1.8.09

UNA GRULLA EN LA TAZA DE TÉ


UNA GRULLA EN LA TAZA DE TÉ
Pero, ¿qué significado puede tener, para unas violetas, «encontrarse» y «conocerse»? Yasunari Kawabata

La porcelana, blanca y dulce, suave decorado para la acuosa fragilidad de unos ojos. Estampada en una esbelta procacidad que remata y eleva el verso y la palabra.
Las mil y unas posibilidades de la sugerencia, la asociación de imágenes plásticas y bellas, directa o subliminalmente provocativas, tremendamente eróticas, jugando con los brazos, y, entre las manos, con el idioma.
Ana Rossetti y todas las Anas que hay detrás, con las historias que vive, que inicia y que desliza como copos de nieve que se funden en nuevas historias o en otras de distinta esencia.
Poema o decorado mágico de sensualidad y perfumes, humanos o vegetales, y simple o jugosamente animales. Bestiarios de espejos repetidos por la especie propia, multiplicados en todas las facetas biseladas del placer.
El poema inacabado por inalcanzable, la redondez del cierre que completa en las mil facetas de su lectura.
Desde la pasión de escribir y vivir, pasando por la sensualidad que se decanta en la palabra, sea tinta impresa o blancos vacíos hasta el equilibrio armónico del espacio que crea el pensamiento. Ana Rossetti edifica una arquitectura de palabras que son sucesos, heridas que crecen hacia la noche de la mente, construyendo una ciudad acristalada para los sentidos. Urbe que lanza destellos cómplices hacia los semáforos, apagados o encendidos, del sexo; que son a la postre los que regulan la circulación y el transito humano por la vida, pista disparada de la existencia.
En este invernadero, ciudad jardín, se recrean y florecen los sentidos, al ritmo de una música olorosa que invade y llega a todos los rincones. El vaporde esta atmósfera caliente y cerrada se condensa llenando de humedad la piel, del papel en blanco, que cobra toda su intensidad al poblarse del vello de las letras.
Con el seco latir de las sienes se neutraliza el exceso que drena el verbo en su invasión táctil de la materia del humo.
La bruma equilibra la pugna de los estados, la disolución del agua en el aire, el peso específico que desaloja el ser en su expresión verbal.
Ana mantiene esa tensión constante que atrae y sostiene el equilibrio efímero e inconstante de la lectura. Gozando con el placer en su sentido más oriental y total del término, que siempre vuelve a ser inicio e iniciático.
Lo que escribe y lo que se adivina capta y atrapa con la misma sugestión que Yasunari Kawabata reflejó en su envolvente brisa de la palabra de manera especial en su obra Una grulla en la taza de té. El desarrollo de una ceremonia estética de los sentidos, el gusto que matiza el sabor de lo que mana entre líneas, la vista que completa el decorado poniendo bastidores a lo que existe,
el tacto que viste la piel de todas las caricias.
Todo un cántico, interpretado por esta mujer que cree en la primavera. En mayo florecía, frágil en una estación de soles polvorienta, entre dama renacentista y aguerrida pionera africana, envuelta en fresco lino, crudo en tono y resplandor.
Entre lanza que afrenta y flor que deshoja, caída en perfumes nuevos para cualquier deleite, se mantiene un juego, un duelo inerte entre su risa descarada y el suspiro entrecortado, que sube el ritmo y despeña las sílabas mientras que trepa al alba —sola o en compañía— entre las manos. Esta mujer, Ana Rossetti, palabra, verso, pura osadía.

ÁNGELA IBÁÑEZ

Ana Rossetti. Poesía en el Campus 14

Universidad de Zaragoza. 1991

VICTORIA


Lanza hacia viento, Victoria de Samotracia, desde la proa marinera del Mediterráneo, las alas de una poesía que, suave, sin ruido escapa hacia altos y silenciosos vuelos.
María Victoria Atencia busca las cálidas corrientes de aire que con naturalidad le hacen planear sobre lo humano, haciéndolo leve y etéreo, cotidiano y breve como la noche y el día.
Un reticulado de nubes filtra la luz para que no deslumbre los ojos claros y somnolientos con que se asombra en la vida, porque su silueta es penumbra que se desvanece y matiza la luz, el sol de mediodía. Málaga sin sombras la engarza y la posee, joyaave, cercando todas sus huidas tierramar dentro.
Dama de alba azul, la noche la resguarda en sus alas, palabra, pluma, que cimbrean los sonidos dulces de la boca, abierta, sedienta al agua del poema.
Cántaro de barro en los brazos para derramar y llenar de poemasflores la pradera, lecho fresco, sin jergón, de hierba y acompañar * «la siempre transitoria confusión de otra piel / que nos reviste el alma y la desuella luego».
Canto triste del guerrero que no ha sucumbido, sino en la propia hoguera «De la llama en que arde» en su interior, y recorre un interminable éxodo por el eje de sí mismo y las cosas que vive y le rodean.
La silueta del aire se perfila en sus recuerdos, en sus caminos. Se voltea la alegría y las piruetas de la risa hacen bucles en el cielo revoloteando de nuevo traviesas hacia la tierra. Palabras siempre que, al caer en picado la tarde, se deslizan por la sierra y se diluyen blandas en la playa, mojándose en la arena.
En algún remolino el viento se despega. Levanta trozos que encierran redondos lugares, quimeras, sueños que arañan y llenan los ojos de restos desprendidos de la tormenta.
Palabras, sílabas que cabalgan y escapan de sus manos, planeando rebeliones fuera del espacio de la hoja, que navega por la historia, agua del tiempo en que existe. Quieren fugarse de los signos que las doblegan y desean fluir sin límite en las alas que las llevan a la ternura.
La divina desproporción de lo que se ama nos lleva a contemplar el mundo interior, de una gota exterior, que se teje en cada poema, en cada verso.
Llegando a crear la autora una sutilísima y bella tela de araña que atrapa al lector. De manera inexperta y lenta se siente uno inmerso en una delicada y frágil estructura de palabras que retiene al que la disfruta en una mágica telaraña de luz prendida en las esquinas del aire.

ÁNGELA IBÁÑEZ

* «La piel», De la llama en que arde, María Victoria Atencia, 1988.

María Victoria Atencia. Poesía en el Campus

Universidad de Zaragoza. 1992

12.7.08

ALMA LÍQUIDA-SOPLO DE AGUA EN EL AIRE

Detalle muestra Alma Líquida de Osvaldo Giuliani.
©Ángela Ibáñez

ALMA LÍQUIDA-SOPLO DE AGUA EN EL AIRE

Alma líquida que brota de la luz y se diluye en las sombras de las huellas oscuras que secan y vacían el ser.

La exposición en el C.I.A.M.A. como el agua, adopta varios estados, varias formas de manifestarse en su discurrir por el espacio que ocupa en el CENTRO INTERNACIONAL DEL AGUA Y EL MEDIO AMBIENTE, hermosa y bucólica finca de La Alfranca en Zaragoza. En todo el entorno brota el agua en distintas manifestaciones, charcas, lagunazos, galachos..., así la obra de Giuliani se plasma en formas vegetales que se agarran a las paredes, trepando por ellas para crear la poética instalación “Sombra Negra”.
O bien se concentran en cajas de luz, cajas de resonancia de un viento que no existe, pero que meció y arrastró los soplos de dientes de león que contiene, desdibujados y casi matizados, en un dorado tapiz de sensaciones, que confunde a propósito los sentidos del espectador...
Los reflejos del agua atrapados en secuencias geométricas de instante fotográfico, de simetrías en el tiempo de los caminos, de las salas que los alberga y la ordenación alineada en series fotográficas...
La Videocreación, los segundos en movimiento del agua/pensamiento que mana y no termina de caer en su propia profundidad de búsqueda constante...
Y las formas en esculturas vegetales, vidas secas o renacidas para otro sentido, estático y bello, el del autor que les da, les otorga ante nuestros ojos, nuevas vidas...

El “alma líquida” de Osvaldo Giuliani fluye, acompasada y en equilibrio, con la naturaleza como un todo personal que late en lo universal completándose mutuamente.
El orden implicado en la perfección de la energía y la materia, que la aloja y envuelve, para hacerla brillar en los momentos de combustión, sublimación y cambio.
Las chispas incendiarias, luminosas, que se producen en la energía consumida, en el esfuerzo del cambio de estado, sin perder la esencia, el recuerdo, líquido elemento en vapor de bosques, en bloques pétreos blancos de hielo, pero con luz interior que guarda memoria de los hechos que los construyen, alma que viaja por los ríos y las charcas, las cascadas y los pantanos.
Los sueños y las risas, las lágrimas y los retornos...



Ángela Ibáñez


Texto para la Exposición Álma Líquida de Osvaldo Giuliani
C.I.A.M.A-CENTRO INTERNACIONAL DEL AGUA Y EL MEDIO AMBIENTE
Finca La Alfranca- Pastriz (Zaragoza)
Del 4 de Julio-30 Agosto 2008

1.7.06

AZUCAR, EL DULCE SUEÑO DE LA ESCULTURA



El acercarse al dulce el día de los muertos es una manera golosa de celebrar la vida, el acercarse a la escultura con el azúcar es acercarse al arte como celebración gozosa de los sentidos.
La fragilidad y la utilidad del arte, se come, se quema, se transforma, los rituales arcaicos y primitivos que recuerdan las fuerzas ocultas de la vida.
Se transforma y vuelve a su origen, se cierra el ciclo con la muerte y vuelve a la materia de nuevo, a la celebración de la vida.
La escultura , el espacio atrapado para trascender a través de la forma y permanecer en el tiempo, se convierte gracias al azúcar en la fragilidad del momento, en la ceremonia de lo golosamente efímero. La filosofía del placer mezclando los sentidos, la vista, el tacto, el gusto, el olfato en algo tan sencillo como la forma y el azúcar.

Una expresión artística que, dicho sea de paso, se remonta a la época de Leonardo da Vinci, cuando este genio italiano se desempeñaba como jefe de cocina del Palacio Sforza, en Milán. Tal era el grado de su perfección que mandó contratar reposteros con nociones de ingeniería, para que lo ayudaran en la edificación de sus obras de azúcar para el palacio y cuyos bocetos aún se conservan.
En su libro, Notas de Cocina , se cuenta una curiosa anécdota del maestro. Deseoso de impresionar a su señor, Ludovico Sforza, ideó para una de sus fiestas, que todo fuera de azúcar: sillas, mesas e incluso adornos. Se dejó todo terminado la noche previa al evento, pero no se contó con un pequeño detalle, las ratas que abundaban en la ciudad y que no dejaron prácticamente nada de aquel elaborado trabajo para la mañana siguiente.

No se sabe a ciencia cierta el origen del azúcar, la mayoría de los investigadores coinciden en que fue en la India, y unos pocos dicen China o la Polinesia; los que apoyan la teoría hindú se basan en que tanto el latín sacharum, como el griego sakkaron, provienen del sánscrito sarkara, lo que confirmaría su procedencia bengalí.

En el siglo VII, los árabes invaden Persia y descubren la caña de azúcar. Dan un impulso al cultivo e instalan plantaciones y azucareras alrededor del Mar Mediterráneo ( Creta , Chipre, Sicilia, España ).
En el siglo X, llegan a un acuerdo con Venecia que se convierte en la capital del azúcar y lo distribuye por toda Europa. Estos reyes del azúcar son más ricos que los reyes de derecho divino y en toda Europa, se cobran impuestos por su tráfico
Durante el siglo XV los españoles lo llevaron Canarias y los portugueses en Madeira, Es en 1506, cuando se planta en América en la isla La Hispaniola

El azúcar, las confituras y los dulces son los manjares de los reyes y de la élite. El colmo del refinamiento es decorar las mesas de los banquetes con esculturas de azúcar.
Venecia acogió a Enrique III, hijo de Catalina de Médicis, elegido rey en Polonia, con un banquete de tres mil cubiertos y hecho todo con azúcar: manteles, servilletas, platos, cuchillos, tenedores de dos dientes ...
Nostradasmus, médico y experto en profecías varias, astrólogo oficial de la corte de Carlos IX , se hizo construir una estatua de azúcar de tamaño natural, y se fue auto deglutiendo acompañado de sociedad cosmopolita de la época. Desde ese momento los pasteleros no dieron abasto con el pedido de las esculturas de encargo, se realizaban utilizando métodos de los maestros vidrieros: soplaban el azúcar como si fuese vidrio. Aprovechando la demanda ciertos artesanos de Murano, capital de la cristalería artística, empezaron a fabricar grandes lámparas de azúcar hilado

En América estas tradiciones se han convertido en un arte , Guatemala, Colombia, pero donde mas fama han alcanzado es en Méjico. El Día de los Muertos es para los mejicanos una fiesta muy especial, en los altares que preparan en sus hogares suelen ofrendar a los espíritus que vendrán de visita, entre otras cosas, deliciosas calaveras de azúcar. Es una costumbre obsequiarlas a los amigos y vecinos que todavía pueden saborearlas, cada una tiene el nombre del destinatario, adornadas con papeles multicolores, y su tamaño dependerá de la edad , pero las miniaturas son las más apreciadas.

Esta tradición tiene orígenes prehispánicos .Se realizaba una ofrenda similar a la actual el día de muertos a la diosa Cihuapipiltin, para evitar que las mujeres que morían del primer parto y su espíritus volvieran por el aire produciendo enfermedades a los niños. Las ofrendas consistían en "panes" de diversas figuras como mariposas o rayos (Xonicuille) hechos a base de amaranto y pan ázimo que era un pan de maíz seco y tostado . Esto fue evolucionando con la incorporación del azúcar en los panes y huesos de muertos que en la actualidad se convierten en un colorista y alegre encuentro de los vivos con sus muertos gracias a las esculturas de dulce y azúcar.


Uno de los tabúes, el fagocitarse a si mismo, el comerse la propia esencia, como muchos pueblos primitivos siguen creyendo, se realiza en el acto de comerse la propia obra, la propia creación que es parte del yo más íntimo del ser humano, la obra, la escultura creada, es el hijo que se digiere para formar parte de nuevo de la materia que lo genera, una creación en miniatura, un acto de la creación a escala personal. La costilla que sale de uno mismo, de su propia mano, se come de nuevo para revertir en su propio ser y generar otra creación y reinventarse.

Desde América volvemos a Sicilia, dónde la tradición mantiene viva a lo largo de los siglos la elaboración de figuras y dulces para el día de Todos los Santos. Y precisamente la idea de Caltanissetta de aunar la tradición del azúcar con la escultura más moderna que hoy celebramos como algo innovador y que merece todo el apoyo y difusión.


©Ángela Ibáñez
AZUCAR, EL DULCE SUEÑO DE LA ESCULTURA
Texto para el simposium S-culture di zucchero/Escultura en Azucar
y el catálogo de su exposición.
Comune di Caltanissetta. Sicilia. Italia.
30 de Octubre al 10 de Noviembre 2004

30.6.06

AGUA


La Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón surge en los albores de la democracia, concretamente en 1978, en Zaragoza y es una de las decanas a nivel nacional. Desde entonces continúa en su línea de apoyo y difusión a los artistas aragoneses organizando y coordinando muestras para dar a conocer el arte que se hace en Aragón, con un carácter marcadamente universalista. El arte no entiende de límites ni de fronteras.

La exposición AGUA 80X80 recoge la visión de 25 artistas que muestran, a través de la pintura, la infografía, la fotografía, el collage, su particular mirada al mundo acuoso. Se realiza en itinerancia (Zaragoza, Barcelona, Santander, Málaga, Valencia) y en colaboración con el Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

El agua uno de los elementos más importantes para el ser humano y para todo ser vivo es el centro de esta muestra plástica, distintas maneras de concebir el agua y su ideario. El líquido elemento tan cercano a nuestro sentir de aragoneses, con el agua siempre tan cerca y tan lejos, mostrado en un soporte plano con un formato de 80x80 cm.

El agua como recurso que forma parte de nosotros mismos y de nuestro planeta, la madre tierra, Gaia, que nos acoge y nos da calor.

El agua que nos forma y nos conforma en nuestra sed y en nuestro recorrido vital.

El agua de nuestra risa y de nuestras lágrimas que evoluciona y nos transforma.

El agua, con su huída, con la sequía, con los campos secos, las grietas de los surcos marchitos, de los peces muertos, disecados por la ausencia.

El agua de los lechos secos de los ríos, de los fangos y las latas que quedaron en el fondo lleno de recuerdos.

El agua de las nubes, de las lluvias que se esperaron, de las plegarias, de las inundaciones, de los arcoiris que llenan todas las promesas, todas las esperanzas.

El agua de las nubes, blancas o de tormenta, el agua sal de los labios en el mar, de los pescadores rotos por la distancia, por las manos en las redes que no se llenan.

El agua para la sed, para la vida…

El agua que no es un bien ilimitado y que, como el arte, debemos cuidar y transmitir.

©Ángela Ibáñez
Presidente
Asociación Artistas Plásticos Goya-Aragón


AGUA
Texto para el catálogo de la exposición Agua 80x80
Muestra colectiva de la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón.
En colaboración con el Corte Inglés. Itinerante.
Sala de Exposiciones Ámbito Cultural. Málaga.
26 de Junio-12 Julio 2006

4.6.06

ROSA: RULETA ROJA


La rosa, flor perfecta por antonomasia, símbolo del corazón enamorado, exceso o carencia, y el color purpúreo de la sangre y las mejillas.

Teruel, el espacio que acoge y abraza: Patrimonio de la Humanidad por su incomparable Mudéjar; referencia del amor, perfecto por eterno, de sus Amantes; ejemplo de reivindicación y lucha de sus gentes. Teruel que existe, resiste y avanza.

El último grito de un pueblo, que reclama como ciudadano, en un medio hostil y ante una administración olvidadiza.

Pocos, pero con voz y unidos por unos derechos comunes.

La rosa, el círculo que se abre o que se cierra, lo nuevo que emerge o la decrepitud que se apaga. El círculo vital, el giro que engulle o que dispara y proyecta su semilla hacia el exterior, hacia el futuro para morir o para multiplicarse.

Artistas españoles e italianos unidos en este círculo, girando en sus propias apuestas innovadoras y contestatarias, críticas e inconformistas. Sacando las uñas y las espinas contra la autocomplacencia y el todo vale que anestesia la sociedad actual.

El concepto vestido de forma y adaptado al espacio para significarse y trascender al otro, para incomodar, para agitarlo. Para indagar en cada subconsciente. Las respuestas están siempre ahí, sólo hace falta buscar sus preguntas. Las llevamos cada uno en el bolsillo, pero no existen hasta que no las tocamos con los dedos y las convertimos en personales, y a veces duras, certezas.

El equilibrio del movimiento continuo, que todo lo transforma y lo convierte en nuevo o en viejo; el arte que lo viste o lo desnuda, AL MUNDO Y AL HOMBRE, y lo muestra tal como es o en sus múltiples imposturas.


Pasen, vean:

Colores, formas, críticas, sugerencias. El lado lúcido, el lúdico, el cínico, el cáustico ...

Bellini, Cumbo, Del Brocco, Delfino, Floría, Gil Andaluz, Guaricci, Gurioli, Ibáñez, Musolino, Navarro Sánchez, Scafidi, S. Spitu.

Arriésguense, jueguen a esta ruleta roja en la que nunca se pierde.

Hagan girar la rosa,
apuesten por el arte.

©Ángela Ibáñez

LA ROSA: RULETA ROJA
Texto para el catálogo de la exposición La Rosa.
Muestra internacional de instalaciones.
Sala de Exposiciones de la Cámara de Comercio de Teruel.
Teruel. 28de Julio-30 de Agosto 2004

15.4.06

PUNTO DE FUGA

El Punto de fuga por el que escapa el ojo del alma es el poema, visual o no. Y la magia del momento; la imagen, tiene la grandeza o la miseria de atrapar lo que queremos ver, descubriéndonos lo que hay a pesar de nosotros mismos o lo que existe por nuestra presencia. Paradoja cruel de la realidad, la que es y la que miramos.
El ojo no se ve a sí mismo, capta lo que le rodea y lo transmite a la mente, que lo descifra, lo asocia y lo clasifica. Por lo que es posible crear en cualquiera de estos pasos intermedios del mensaje, al descifrar lo oculto o semienterrado en el barro de lo cotidiano; se crea al transmitirlo con deformaciones o interferencias; se crea al asociarlo por variables probables al infinito de lo real y posible, el sueño y la metamorfosis, de los códigos, códices referenciales de la historia personal.
Los senderos de los recuerdos que nos pueden llevar tan lejos hacia delante o hacia atrás como nosotros o nuestro subconsciente quieran.

©Ángela Ibáñez

Texto para el catálogo 1+1+1
A.Ibáñez, C. Esteban, J. Mata
Artistas Plásticos Goya
Zaragoza 8-28 enero 1999

“EN EL CALOR DE LA NOCHE”

Has llegado hasta la barra, esa línea de separación entre tú y los demás, en la noche que se acaba y que consumes en un trago, a golpe de garganta seca. Esa garganta profunda que nunca tiene fin. Ha llegado la hora de romper distancias, la hora piel, el momento del contacto, toda la epidermis se vuelca en las yemas de tus dedos que acarician la barra y continúan detrás con tu mirada. Esa mirada que deambula y persigue las sombras en cualquier curva, que no sea de autopista, que busca el otro en ti mismo, como prolongación de ese sopor que ciega tu cordura. La difícil situación de la duda, el elegir te lleva a renunciar y no quieres dejar nada atrás. Lo quieres todo y ahora. La voluptuosidad que envuelve los sentidos amortigua en la lejanía el pensamiento, que se va disolviendo y quedando en segundo lugar, dormido en el rincón de la conciencia.
Te olvidas de los mapas y las brújulas que no sean los límites de la cálida geografía humana, esos montes que te llaman desde el horizonte del deseo, que te orientan sin dificultad hacia los valles que buscas, para adentrarte de manera gloriosa en la jungla de los misterios del ser. Y llegar a las profundidades golosas de la nada.

©Ángela Ibáñez


Texto para el catálogo UNDERGROUND
Pintura, Teatro, Música. Café El Fígaro, La Radio, La Viuda de Juan Valdés.
Zaragoza, 9-25 Abril 1997

“CÓDIGO DE GARRAS”

El cuerpo, la esencia, la materia. Hombre/mujer, la dualidad y la trascendencia, en el tiempo y en el espacio, a través del momento, en el goce de la piel o en la reverberación del recuerdo

El destello del placer y su fuego. Combustión y oxigenación, deterioro y decadencia. Presente vivo de lo que fue y no será; y lo que inevitable seguirá en el río eterno de la vida. Gen egoísta o caricia, obra o eternidad decadente. Nacido para el fuego, el cuerpo sucumbe en su propia combustión, del goce o del tiempo para llegar inevitable al código de garras de la muerte. En sus células y/o en su mente, el ser lleva impreso el periodo de caducidad, que conocido o ignorado, lleva registrado su recorrido material en el tiempo. Y el ojo observa y secuestra el instante que, reflejado en el fondo del ojo del otro, ya es eterno.


©Ángela Ibáñez
Texto para el catálogo HUESCA OFF
Huesca.

13.4.06

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL ROJO LATIDO


Esta muestra, llena de rojos y negros, nos podría muy bien acercar a Stendhal, pero la obra de Fina Paricio es más sugerente, más sutil, en su forma y en su fondo.

Rojos mediodías que abren la luz al Mediterráneo, a través de las sombras que lo seducen, pero que lo evitan. Un juego de seducción solar controlado y en equilibrio permanente.

El rojo Pompeyano que recuerda villas y jardines, reales o soñados, donde se recrean la imaginación y los sentidos. La oscuridad que vislumbra la luz y sus trastiendas, el silencio escondido que se intuye. El sigilo de una puerta que se abre en el tórrido descanso de la siesta y deja que el sol entre y lance reflejos a las paredes desde el quicio de la puerta, sin entrar del todo, pidiendo permiso para no deslumbrar, llamando con educación para deshacerse en toda la gama de rojos, de naranjas, de sugerencias y replegarse rápido a la oscuridad absoluta, al negro de la puerta que, de nuevo, se cierra.

El silencio, la quietud de un espacio lleno de pasión, de seres, de sombras que esperan quietas, semiescondidas en la penumbra, a que la puerta de nuevo se abra, entre la luz y sean descubiertas. “Los calderones”, esos silencios que surgen entre las notas de la música y que le dan sentido, así “los calderones visuales” de Fina Paricio marcan una sinfonía personal, llena de equilibrio y minimalismo plástico, pero llena de fuerza contenida, medida para transmitir calma y a la vez tensión, búsqueda y fuga, espera...

El mínimo gesto para la mayor expresión, cual gotas, que en su perfecta esfera contienen la máxima materia de luz cuando se multiplica y se descompone.

Fina mantiene la compostura, el equilibrio formal, hasta que en un momento de tensión suprema, lo rompe y estalla descargando toda la intensidad en los cálidos y sugerentes rojos, tan vitales y terrosos que nos agarran a la tierra, a las pasiones, al tormento y al éxtasis y evitar así que nos olvidemos de nuestra piel y con los pájaros del espíritu volemos lejos.

Tierra y calor, luz y color, sol y sombra en la plaza de toros de la tarde mediterránea que nos lleva a la placidez y al abismo de las pasiones. Que de nuevo generan vida y nos permiten, con la luz, escapar de nuevo del vacío, del cosmos oscuro de la nada, que nos devora por dentro, y renacer al color. Génesis del arte y de la vida.

Fina Paricio nos muestra su madurez plástica en esta exposición llena de equilibrio, que genera, como el “Bolero” de Ravel, un “in crescendo”, una tensión roja y vital, que se suspende en un intenso segundo de negro total, en el que surge “el calderón”, el silencio que planea ligero y etéreo sobre la obra para coger una profunda inspiración vital y continuar latiendo de nuevo.

©Ángela Ibáñez



LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL ROJO LATIDO
Texto para el catálogo de la exposición Pasión y Silencio II
de Fina Paricio
Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Alcañiz.
Alcañiz (Teruel). 8-23 Abril 2006